Estamos
en pleno verano y nuestras playas rebosan de personas con ganas de disfrutar de
nuestro sol y nuestras playas.
En la
playa de la malvarrosa y sobre todo en domingo, todos aquellos ciudadanos que
por mor de la crisis se han tenido que quedar en casa se acercan a la
Malvarrosa a disfrutar de un día de sol
y playa.
Pero
luego viene la segunda parte, al medio día
uno necesita tomar un refrigerio o una comida y para eso tenemos a lo largo
de playa infinidad de restaurantes y claro, hay que saber dónde entra uno o
dicho de otra manera que te ofrece, ya en calidad, comodidad y precio. Yo que
soy un asiduo a acercarme a la playa cualquier día del año, suelo comer en
algún restaurante, pero no soy muy fácil de contentar, sé que soy muy especial
y al mismo tiempo cuando en algún restaurante me siento agusto, soy un cliente
fiel. Cierto día entre en Casa Ripoll y ese
día nos ofrecieron un arroz caldoso de setas y foie, como quiera que soy
un vicioso de los platos de cuchara y,
ese arroz no lo había probado aceptamos el ofrecimiento, bien acompañado de un
buen cava en este caso un Chozas Carrascal un cava Valenciano considerado como
uno de los diez mejores de España.
Posteriormente
he vuelto en infinidad de veces pues la cocinera que es la esposa de Manolo Ripoll tiene una mano
para los arroces que ya quisieran para sí algunos cocineros con estrellas Michelin. El de Bogavante
con garrafón, la clásica paella, el de nécoras, en fin, un lujo para los
amantes del arroz y de la cuchara.
Sin
embargo en una zona que tenemos fama de golosos no podía faltar un buen dulce y,
aquí amigos míos, sí que os puedo
garantizar que podéis degustar la mejor tarta de manzana que nunca hayáis
probado, eso sí, hay que tener la
precaución de encargarla cuando os toman la comanda.
Que
mejor manera de pasar un buen día de verano, sentado frente al mar degustando
un buen arroz con un buen cava o vino (eso sí, que sea Valenciano) un buen
dulces, café y el que fume un buen puro.
Y como
dice el dicho, la vida es demasiado corta para dejar de disfrutar de estos
pequeños y mundanos placeres.
Aurelio Vicente